miércoles, 10 de enero de 2007

LA GRIPE AVIAR NO ES MOCO DE PAVO

Un exportador de pavos sufrió una baja extraordinaria en la venta de sus productos por causa de la gripe aviar. Al borde del stress decidió dejar por unos días su empresa y se tomó unas vacaciones en alguna playa de folleto, o bien, de suplemento turístico, para despejar de su mente la idea de una bancarrota inminente. Ahora bebía y se balanceaba estúpidamente sobre una hamaca paraguaya del hotel, lo que obliteraba el pensamiento ominoso de una suerte declinante. Construían ese falso optimismo sus años de new age y la lucidez limitada que proporciona el alcohol. La modalidad hotelera del all inclusive (todo incluído) puede constituirse en una trampa para el no iniciado; hay quienes permanecen borrachos todo el tiempo sólo porque es gratis. En fin, nuestro empresario contemplaba ese mar que parecía nervioso mientras cavilaba con etílica fe que la pandemia acabaría pronto y la venta de sus pavos volvería al mejor nivel. Para qué, entonces, preocuparse por esa alarma ridícula de… ¿cómo era la palabrita? Ah, sí. Tsunami. Alarma de tsunami. “¡Mi nami!, la que me levanté en el hotel, ¡Ja,ja,ja! ¡Otro margarita, mozo! ¡Ja, ja. ja!”.

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